Había una vez un hombre poseedor de varios granados en su huerta. Y todos los otoños colocaba las granadas en bandejas de plata fuera de su morada, y sobre las bandejas escribía un cartel que decía así: "Tomen una por nada. Son bienvenidos".
Mas la gente pasaba sin tomar la fruta.
Entonces, el hombre meditó, y un otoño no dejó granadas en las bandejas de plata fuera de su morada, sino que colocó un gran anuncio: "Tenemos las mejores granadas de la tierra, pero las vendemos por más monedas de plata que cualquier otra granada".
Y, créanlo, todos los hombres y mujeres del vecindario llegaron corriendo a comprar.
Mas la gente pasaba sin tomar la fruta.
Entonces, el hombre meditó, y un otoño no dejó granadas en las bandejas de plata fuera de su morada, sino que colocó un gran anuncio: "Tenemos las mejores granadas de la tierra, pero las vendemos por más monedas de plata que cualquier otra granada".
Y, créanlo, todos los hombres y mujeres del vecindario llegaron corriendo a comprar.
Jalil Gibrán
1 comentario:
¡Hola!Esther.Había leído este cuen-
to de Gibrán, pero ahora, que lo leo otra vez, me ha hecho pensar en algo que estaba haciéndo mal. Y creo que gracias a tu cuento, me confirmo en la idea de que lo que hago ahora es lo correcto. Gracias por tu cuadro, que ¡es precioso!, y por ese cuento.Me alegra que hayas vuelto aquí para poner estas granadas. Un abrazo. alegreazul
Publicar un comentario